Mucho se habla de este concepto tan difícil de explicar.
Si quisiéramos darle un sentido, podríamos decir que el inconsciente es esa parte de nosotr@s mismos que está siempre en marcha recogiendo y mandando información para que nos podamos desenvolver en nuestra vida, así como para solucionar experiencias a las que quizá no prestamos demasiada atención en el pasado.
Pero, ¿Qué es el inconsciente?
Una forma de entenderlo sería imaginándonos un barco que se encuentra en el océano. El barco seríamos nosotr@s, nuestra identidad, y ese vaivén entre las olas sería nuestro consciente donde nos damos cuenta de todo lo que pasa y hacia dónde vamos.
Para conocer el inconsciente, tendríamos que saltar en el barco y comenzar a bucear hacia el fondo.
Primero pasaríamos por la primera capa de agua, en la que se reflecta aún algo de luz, esto sería el subconsciente, un punto entre lo que pensamos de forma despierta y lo que vamos sintiendo desde lo más profundo de nosotr@s mism@s.
A medida que vamos descendiendo, la luz se va apagando y nos vamos encontrando cada vez con algo más inmenso y desconocido: una absoluta oscuridad oceánica.
Cada vez habría menos burbujas, menos oleaje, y nos daría la sensación de estar rodeados de incertidumbre.
Pues bien, el inconsciente, es ese aspecto desconocido, esta profundidad en la que se sostiene todo el oleaje de la superficie, donde criaturas misteriosas se resguardan de la luz y también viven y evolucionan.
Una vez entendido esto, cabe destacar que, según la psicología Junguiana, existe el inconsciente individual, y el colectivo (aunque esto lo abordaremos en otro momento).
¿Para qué nos sirve saber que existe un “inconsciente”?
Nos puede servir, básicamente, para saber que desde lo más profundo de nosotr@s existe una fuerza evolutiva que nos impulsa al crecimiento (ya sea por un camino u otro) y que nos da las claves que necesitamos descubrir para hacer un trabajo desde el consciente que nos permita avanzar y desarrollarnos como seres humanos.
Sin un inconsciente que nos ancle a nosotr@s mismos seríamos unos seres que vivirían encarcelados en la inmediatez de la vida, olvidando todo lo que nos forma y sin posibilidad de superarnos a nosotr@s mism@s.
¡Gracias inconsciente, por mostrarnos por donde hemos de caminar!