Palabras bonitas, halagos sinceros… esas maravillosas cosquillas recorriendo el cuerpo al sentir cómo llegan a nosotras, impactando en nuestro ser. Entran en contacto con nuestra piel y recorren nuestro cuerpo, un hormigueo, una fiesta sensorial, un fueguito en nuestras mejillas.
Esas palabras, ya forman parte de nosotras, nos nutren.
Pero… ¿y si ese no es mi caso?
Ver como las palabras vuelan hacia ti, las deseabas, las esperabas, incluso anhelabas y, de pronto, en el momento que tocan tu piel empiezan a desvanecerse, caen, pierden fuerza, no las puedes creer, son arena entre los dedos. No traspasan la piel. No nutren.
¿Cómo aprender a coger esas palabras que llegan a nosotras?
¿Cómo aprender aquello que no sabemos hacer?
A veces, primero, toca soltar y desaprender.
Aprender a encontrar entornos seguros, relaciones de confianza, puede ser el mejor camino para aprender y experimentar ese recibir y ese florecer ante todo aquello que somos.
¿Te suena?
¿Alguna vez te has sentido así?
Nos encantaría leerte y saber qué mueve esto en ti.
Visibilizar aquello que sentimos puede ser un primer paso hacia el cambio.
PD: Este blog ha sido creado con todo nuestro amor entre Marieta Giner y yo