¿Cuál es la misión de mi vida? Es una pregunta que todos nos hacemos en algún momento. Cuando tienes 15 años y te viene esta pregunta a la cabeza, te ríes, fantaseas y piensas “Cuando tenga 20 lo sabré”. Cuando tienes 20 y aún no lo sabes, piensas que aún no puedes estar preparada para saberlo ¡eres muy joven! Pero cuando rozas los 25 (o los 30, ¡Y más!) y aun no tienes respuesta para la dichosa pregunta, empieza a corroerte la ansiedad. Eso es precisamente lo que nos sobra, ansiedad.
Tengo 24 años (mi nivel de ansiedad ha empezado a aumentar al darme cuenta de que no queda tanto para volver a comernos las uvas, ¡otra vez!), y hace 2 que busco impetuosamente, respuesta a la pregunta: “-Hay tanta gente que lo tiene tan claro! -me digo-, tienen tan claro aquello que son… yo debería saberlo ya y debería (nótese la obligación implícita en ese debería) estar las 24 horas de mi día proyectada trabajando en mi sueño, porque si no…¿Qué?”.
Por lo primero que empecé a fijarme para hallar la respuesta, fue en los demás (para buscar inspiración principalmente), y no tardé mucho en llegar a una conclusión: La misión de vida de la sociedad está en crisis. Las respuestas más típicas al buscar consejo desesperadamente ante mi confusión eran: “¡Ah! Pensaba que esto solo me pasaba a mí”, “Es normal, casi nadie lo consigue”, “Es difícil, muy difícil”. Emm…¿Hola? Vivimos en una sociedad donde lo normal es no saber qué quieres en tu vida. ¿Dónde ha quedado la conexión con nuestro ser?
Hasta aquí, no he descubierto las Américas, todos (¡quiero pensar que todos!) somos conscientes de esto. Sin embargo, me costó días (semanas y meses), integrar esta conclusión de una manera profunda en mí, asumir y aceptar donde estaba yo en aquel momento. Pasé entonces a la “Segunda fase”: “¿qué quería yo?, ¿qué era lo que de verdad me apasionaba?”, ahí estaba el kit de la cuestión! Llegados a este punto, fue imprescindible distinguir entre la MISIÓN DE LA VIDA (Sería como el sentido de tu vida) y la PASIÓN (Sería el camino para llegar a conseguir tu misión en la vida). Fui consciente entonces, de que tenía más de una pasión, y estaba segura que una de ellas me llevaría a saber qué daba sentido a mi vida, a saber cuál era mi misión. Pero para conocer mi pasión, primero necesitaba saber hacer algo muy importante: ESCUCHARME.
Escucharse suena muy abstracto, ¿Cómo te vas a escuchar? Así pues, para aprender a escucharme, primero tuve que aprender a identificar que voz en mí (hablo del diálogo interno), representaba a mi EGO (miedos, creencias limitantes…) y cual a mi CORAZÓN. Al EGO se le identifica fácil: ¿Te cabrea? ¿Te duele? ¿Te da miedo? Es ego. Al corazón, no siempre. ¡No siempre, porque ya está el ego diciéndote lo peligroso que es escucharle!
Escucharse es un proceso de por vida (cada vez, sintonizas más fácilmente el canal de tu cuerpo. Pero sobre ese tema, ya os hablaré otro día). Escucharme me llevo a cambiar muchas cosas en mi vida (todo aquello que de verdad no quería) y paré casi un año, por completo (¡Cuantísima importancia tiene el parar!). Sabía por dónde iban los tiros pero…No una respuesta clara y contundente, todo tenía su coletilla.
Hoy, tiempo después, vengo a contaros que…
¡Tengo respuesta a mi pregunta! Y tengo que deciros que, desde ese momento, mi vida ha cambiado: Me levanto feliz, me levanto con ilusión, motivación, energía, esperanza. “-¡Si se puede!-Me digo a mi misma mientras bailoteo por el comedor, escuchando reagge.”
Hace un mes, me mudé a Suiza, por lo que estas últimas semanas han sido de cambios y adaptación. Ante tanta novedad, tomé consciencia de una de las pocas cosas que seguía haciendo a diario: Escuchar y dar consejos a otras personas. Fue increíble, que pocos días después de esta reflexión, recibí en una misma tarde, dos mensajes de WhatsApp de dos personas muy queridas para mí, donde me daban las gracias y me decían que era su mejor psicóloga. En ese momento, mi cabeza hizo un clic y miles de recuerdos vinieron a mi mente. Era algo que desde que era muy pequeña había estado ahí y esa simplicidad nata había hecho que ni siquiera lo reconociera: Mi misión en la vida era ayudar a otros a encontrar su propio propósito
Hallar tu misión en la vida te conecta con tu SER, y tu SER te conecta con aquello con lo que más fluyes, con aquello que haces de forma más sencilla, sin esfuerzo, como algo innato en ti. Y no hablo de técnica, de capacidad, de inteligencia, hablo de FLUIR. Si es tan fácil, ¿donde está la dificultad tan inmensa de la pregunta?
- Crecemos desconectados de nuestro SER, dando más valía en la mayoría de ocasiones a lo externo que a lo interno. A partir de esto…
- Asociamos la misión de vida con el HACER y el TENER en vez de con el SER. Nuevamente orientados a lo externo.
- Asociamos la misión de vida con hacer proezas o grandes logros, y la mayoría de las veces basta con buscarla en aquello más básico y sencillo en ti. ¿Qué disfrutas haciendo? ¿Manualidades? ¿Fotografía? ¿Acariciar a tu perro? ¡Obsérvate!
- Muchas veces sabemos la respuesta, pero no sabemos el camino mediante el que queremos materializar nuestra misión, o sabemos el camino pero no como caminarlo o simplemente, tenemos demasiado miedo para iniciar el camino.
Así pues, haciéndole caso a mi corazón, y poniéndolo entero aquí, hoy empiezo este proyecto. Para, de este modo, llevar a cabo mi misión de vida y juntos, tomar un poco más de consciencia, aprender y poco a poco ir desgranando estas cuestiones y muchas otras. Por ahora, solo puedo decir GRACIAS; a mis amigas, por ser el vehículo de toma de consciencia; a la vida; y a cada una de las personas que estáis leyendo. ¡GRACIAS!
Besos, amor.
D.