Conexión mente-cuerpo: Una necesidad olvidada

Hace más de una década que empezó a interesarme todo aquello relacionado con el crecimiento personal y espiritual. Desde muy pequeña, ya escuchaba con atención las meditaciones guiadas que practicaba mi madre, leía sus revistas de “Mente sana” y me encantaba rezar y sentirme en paz.

Los años fueron pasando y mi interés se convirtió en el propio descubrimiento de mi ser. Y lo que empezó como un juego de niña, terminó acompañándome a lo largo de mi adolescencia y adultez. Pasé mucho tiempo observando mis pensamientos, emociones y conductas. Aprendí a manejarlos, a escucharlos y expresarlos (hablo en pasado, sin embargo el mejor aprendizaje es que éste es un aprendizaje de por vida). Estudié, estudié y estudié. Estudié la ciencia (psicología…) y estudié el alma (reiki…). Estudié dentro y estudié fuera. Años de mente. Años de perdones, de romper límites, de rabias, de cambios. Hasta que llegó la paz.

Mi paz ha sido vaciarme de todo lo que era. Paradójicamente nunca me había sentido tan plena. Y desde la humildad, el respeto y el amor, SER.

Sin embargo, sentía que había algo que me faltaba. ¿El qué? No tenía ni idea.

Una navidad, mi madre me regaló una caja muy bonita. La tapa de la caja estaba pegada y en la parte superior, tenía una pequeña ranura cerca de la cual estaba escrito: “Caja de los deseos”. -Escribe todo aquello que desees para este año en un papel e introdúcelo en la caja. Cada vez que necesites ayuda, escribe y mételo aquí. Al finalizar el año, ábrela y fíjate en que cosas se han cumplido-me dijo. ¡Me encantó! Así que, a partir de ese momento, se convirtió en mi ritual de fin de año.

Y, ¿Por qué os cuento esto? Estas navidades, uno de mis deseos a la “Caja del 2017” fue encontrar “Eso que me faltaba” y empezar a integrarlo en mi vida. Y después de dos meses de práctica, esta semana he sido consciente de que lo he encontrado. Es el Yoga.

 

Es curioso porque antes de comenzar la práctica, ya soñé varios días con temas de yoga y pensé muchísimo en ello. Es curioso porque sentí una intuición muy fuerte relacionada con formarme e impartir yoga. Y solo dos meses después, entiendo mi necesidad de conectar mi cuerpo-mente. ¿Cómo no iba a faltarme algo? Si ni siquiera conozco mi cuerpo, si no soy capaz de identificar cuando alguna parte de él está tensa, si no soy capaz de controlar y soltar cada una de sus partes, si no conozco sus límites, su potencial.

El yoga ha reabierto en mí un aprendizaje profundo, el del cuerpo físico; y la integración de éste con todos mis demás cuerpos (mental, espiritual…). El yoga me ha ayudado a meditar de manera indescriptible. Siento que mediante esta práctica, estoy cerrando mi ciclo de alma-mente-cuerpo, y como a su vez, todos mis cuerpos se retroalimentan entre sí. El otro día, leí una frase que me impactó y que refleja perfectamente lo que quiero contaros: “No puedes hacer yoga. El yoga es un estado natural. Lo que puedes hacer son ejercicios de yoga, los cuales te pueden revelar cuando estás resistiendo tu estado natural”.

Este “estado natural” se bloquea cuando tienes pensamientos negativos, cuando hablas mal de otros o cuando eres incoherente con lo que sientes, piensas y haces, por ejemplo. Justamente la coherencia es un aspecto que descuidamos hasta en procesos tan básicos para el ser humano como es el dormir o el comer. Y evidentemente, no puede haber coherencia si no hay una integración de todos los cuerpos que te componen.

Han sido días de sentir, más que de pensar. Días de respirar y escuchar.

Desde un punto de vista psiconeuroinmunógico, la interrelación entre “Cuerpo y mente” es evidente: El estrés contínuo y los pensamientos y emociones “negativos”, deterioran el funcionamiento inmunitario global, contribuyendo a un empeoramiento de nuestra salud. Teniendo en cuenta nuestra educación a todos los niveles; incluyendo el modelo médico tradicional, donde el ser humano es visto como “partes separadas”; es comprensible que nos sintamos ajenos a todo “el sistema” de nuestro cuerpo.

El yoga ha sido la herramienta para conectar mente-alma-cuerpo que a mí me ha servido. Puede que no sea lo que tú necesitas en este momento. Aprender qué es lo que necesitas, también forma parte del aprendizaje. De cualquier manera, el autoconocimiento de cualquera de nuestros cuerpos, requiere autoobservación, así pues, para empezar a tomar consciencia, os propongo registrar durante una semana vuestras conductas de sueño. Os animo a hacerlo sin exigencia, sin juicio, simplemente observando (puedes descargar el archivo clickando sobre él).

Registro de sueño

“Tu mente y tu cuerpo no son dos entidades. No son dos; son solo dos parte de una totalidad” Osho

Besos, amor.

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