Tod@s hemos pasado por esos días en los que, al llegar la noche, sentimos que hemos estado navegando en un mar de emociones infantiles: nuestro/a hijo/a se muestra inquieto, irritable, y parece que nada de lo que hacemos logra calmarlo. Nos enfrentamos a pataletas inesperadas, rabietas en el momento menos oportuno, o a un peque que simplemente no puede dejar de moverse.
Nos preguntamos: ¿Qué puedo hacer para ayudarle a gestionar ese nerviosismo de manera respetuosa y, a la vez, cuidar mi propia calma?
Como p(m)adres, es normal sentirnos desbordados ante estas situaciones. Queremos lo mejor para nuestros hijos/as, pero a veces el cansancio, la falta de tiempo y nuestras propias preocupaciones nos hacen difícil mantener la paciencia y el equilibrio. Sin embargo, esos momentos en los que ellos están nerviosos o angustiados, son oportunidades valiosas para acompañarlos en su desarrollo emocional y fortalecer el vínculo que tenemos con ellos.
En este blog, vamos a explorar cómo podemos gestionar el nerviosismo infantil desde una perspectiva Montessori, que nos invita a observar, comprender y acompañar a nuestros hijos desde el respeto y la empatía. Porque cada día con ellos es un reto y también una oportunidad para crecer juntos.
Comprender el nerviosismo infantil
El nerviosismo infantil puede aparecer por muchas razones. Los niños están descubriendo el mundo, y cualquier cambio, como una variación en la rutina, la llegada de un nuevo hermano o incluso la emoción de un cumpleaños, puede hacer que se sientan nerviosos. A diferencia de los adultos, los niños aún no saben cómo manejar todas sus emociones, por lo que es normal que a veces se sientan abrumados y lo expresen de formas intensas, como moverse mucho, llorar o incluso aislarse.
Cuando esto sucede, nuestro papel no es solo tranquilizarlos, sino acompañarlos en ese momento difícil. El nerviosismo en un niño no significa que esté portándose mal o desafiándonos. Es su forma de decirnos que necesita nuestra ayuda para sentirse seguro y comprendido.
En lugar de corregirlo o pedirle que deje de estar nervioso, lo mejor es ofrecerle un entorno tranquilo, predecible y lleno de cariño, donde pueda expresar lo que siente sin miedo. Así, le ayudamos a aprender a gestionar sus emociones poco a poco, sabiendo que estamos ahí para apoyarlo.
Cada niño es único y tiene su propio ritmo de desarrollo emocional. Acompañar respetuosamente al niño en su proceso implica reconocer sus señales, escuchar activamente y validar sus emociones. En lugar de reprimir o minimizar el nerviosismo, debemos aceptarlo como una oportunidad para ayudarle a conocer y gestionar sus sentimientos.
Es fundamental no forzar ni apresurar a los niños a reprimir sus emociones. Cuando un niño está nervioso, puede manifestarlo a través de inquietud física, rabietas o aislamiento. Estas son señales de que el niño necesita nuestro apoyo, no corrección.
Estrategias para gestionar el nerviosismo de forma respetuosa
Crear un entorno seguro y tranquilo
Los niños necesitan un ambiente predecible y calmado para sentirse seguros. Un espacio ordenado, con elementos que ellos puedan manipular y explorar a su ritmo, reduce la sobrecarga sensorial y les ayuda a regular sus emociones. Incluye rincones de calma donde puedan refugiarse si se sienten abrumados, con cojines, libros tranquilos y luz suave.
Ofrecer rutinas estructuradas
Las rutinas proporcionan seguridad a los niños, ya que les permiten anticipar lo que va a suceder a continuación. Establecer horarios claros para las actividades cotidianas, como las comidas y el sueño, ayuda a que se sientan más tranquilos y en control.
Practicar la observación y la escucha activa
La observación es una herramienta central. Observa a tu hijo para entender mejor qué es lo que le genera nerviosismo. Tal vez esté respondiendo a un cambio en la rutina o a una nueva experiencia. Escúchale con atención, valida sus sentimientos y ayúdale a ponerles nombre: “Veo que te sientes inquieto, ¿quieres hablar sobre lo que te preocupa?”
Favorecer la autonomía
Un niño/a que se siente competente y capaz de hacer cosas por sí mismo se siente más seguro y menos nervioso. Permitirles que elijan su ropa, que ayuden a preparar la comida o que realicen pequeñas tareas domésticas les proporciona una sensación de control y reduce la ansiedad.
Ofrecer herramientas de gestión emocional
Enseñarles técnicas de respiración profunda, ofrecerles un objeto de calma como una pelota antiestrés o simplemente estar presente para abrazarlos, son formas de ayudarles a gestionar sus emociones. Las actividades sensoriales como amasar plastilina, jugar con arena o agua pueden ser muy efectivas para ayudarles a calmarse.
Pasar tiempo de calidad con ellos/as
El tiempo de calidad no se mide en cantidad, sino en la calidad de la conexión que se establece. Dedicar momentos exclusivos a nuestros hijos, sin distracciones, crea un vínculo de seguridad y confianza. Jugar juntos, leer un cuento, conversar sobre su día o simplemente estar presentes, les hace sentir valorados y comprendidos.
Presencia, conexión y sintonización
Nuestra presencia consciente es el mejor regalo que podemos ofrecer a nuestros hijos. Estar realmente presentes significa desconectar del piloto automático, de las preocupaciones diarias, y conectar con el aquí y el ahora junto a ellos. Sintoniza con su mundo, con sus intereses y emociones. A través de la conexión profunda, transmitimos un mensaje claro: “Estoy aquí para ti”. Esta sintonización ayuda a que el niño se sienta comprendido, aceptado y seguro, reduciendo así el nerviosismo y la ansiedad.
Enfoque Montessori: Respeto y acompañamiento
Desde la perspectiva Montessori, el respeto hacia el niño implica no juzgar ni forzar, sino guiar y acompañar. No se trata de eliminar el nerviosismo, sino de darle un espacio para que pueda ser expresado de manera saludable. La paciencia y la empatía son clave en este proceso.
En momentos de nerviosismo, evita frases como “no pasa nada” o “no te pongas nervioso”. En su lugar, utiliza expresiones como “estoy aquí contigo”, “entiendo que te sientas así” o “vamos a respirar juntos”.
Algunas actividades montessori que pueden ayudarnos a regular el nerviosismo son:
- Arte y manualidades
Actividades como dibujar, colorear o hacer figuras con arcilla permiten que los niños canalicen sus emociones de manera creativa. - Movimiento y actividad física
A veces, el nerviosismo es simplemente energía acumulada. Bailar, correr o saltar en un espacio seguro puede ayudarles a liberar esta tensión. - Lectura de cuentos relajantes y espacio de caricias y masajes
Leerles un cuento con un tono suave y tranquilo puede ayudarles a desviar su atención y calmarse. El contacto físico es una excelente forma de regulación. - También especial atención a pantallas, luz azul y azúcares
Hay una relación directa de éstos con un sistema nervioso más desregulado.
Acompañar a los niños en su proceso emocional desde el respeto y la empatía es la mejor forma de ayudarles a crecer felices y seguros de sí mismos. El nerviosismo es parte de su aprendizaje, y nosotros, como adultos, podemos ser su guía y apoyo incondicional. De esta forma, no solo ayudaremos a nuestros hijos a gestionar mejor sus emociones, sino que también fortaleceremos nuestro vínculo con ellos, basándolo en la confianza y el amor incondicional.
¡Crecemos juntos cuando nos escuchamos y respetamos!
Con amor
D